Es muy difícil encontrar algo que no haya sido sensible a los cambios con el paso del tiempo. Cuando ocurre, hablamos de diseños perfectos, que como tales no se han visto superados en mejoras. El icónico bolígrafo BIC es uno de esos casos.
La cifra es escalofriante: casi 150.000 millones de unidades vendidas en todo el mundo. Cada día se venden 6 millones de estos bolígrafos, 4.000 al minuto. Unos números que nunca han presentado altibajos, porque su popularidad ha sido creciente contra todo pronóstico en tiempos de digitalización. Todo el mundo ha tenido un bolígrafo BIC cristal en las manos incluso sin haberlo comprado nunca. Su diseño es simple: cuerpo poligonal trasparene, capucha con clip y tapón, no ha cambiado en 70 años, aunque sí los materiales con los que está construido.
La clave, como en todos los productos de éxito duradero, es su fantástico funcionamiento. Tres kilómetros de escritura continuada a un bajo precio de producción y con un diseño legendario que ya forma parte de los museos. Un bolígrafo funcional y económico, que escribe siempre y cuya tinta no traspasa en papel. En otras palabras: un producto de calidad asequible, que por ello se ha perpetuado en el mercado como el bolígrafo más vendido del mundo.
La historia del BIC comienza en 1938, no fue el primer bolígrafo que se inventó, pero si el que se hizo realmente popular como para desbancar el uso de la pluma estilográfica, gracias a su pequeña bola en la punta que liberaba la tinta fluidamente y que fue patentada en Argentina por los hermanos Biró. 15 Años después, el industrial italiano Marcel Bich, compró la patente con la idea de producirlo a gran escala con la afinada tecnología suiza, que acostumbrada a fabricar relojes, era ideal para las pequeñas pares del bolígrafo. Solo quedaba que el publicista Raymond Savignac, asesorara a Bich para dejar su nombre solo en Bic, el resto es historia hasta nuestros días, ya que se hizo popular desde el principio debido como hemos visto a su precio y funcionalidad, llegando a todos los rincones del mundo en pocos años.
Más allá de los secretos de su éxito, el BIC tiene algunas curiosas particularidades en su diseño.
La primera es la bola original de acero de su punta que posteriormente pasó a fabricarse en carburo de tungsteno, más resistente. Al parecer esta genial idea, verdadera esencia del bolígrafo, la tuvo unos de los hermanos Biró, viendo a unos niños jugar y como su pelota al atravesar un charco dejaba el rastro de su rodadura. La fabricación de una bola de menos de 1 mm con precisión, no fue realmente posible como hemos visto hasta años después, cuando se dio la tecnología adecuada.
Otra de sus características esenciales fue la tinta. Un equilibrio entre viscosa y líquido, que hace que quede retenida en el deposito pero sin obstruir la punta. Todo un avance en la época de las plumas estilográficas, que necesitaban ser recargadas con tinta continuamente.
El cuerpo transparente hexagonal, permite por un lado ver el nivel de tinta y por otro un mejor agarre, esta particularidad fue inspirada por los lapiceros que ya tenían esa forma y que además evitaban que se rodasen con facilidad por las superficies.
Todos hemos reparado alguna vez en el pequeño agujero que los BIC tienen en la mitad de su cuerpo, también hemos visto alguna vez a alguien con el bolsillo de la camisa manchado de tinta. Pues bien, ambas cosas tienen que ver, ya que la finalidad de ese agujerito es equilibrar la presión interior del boli con la presión atmosférica, evitando que la tinta se salga y haciendo posible que se pueda escribir por ejemplo en el interior de un avión.
El único cambio necesario.
Por último, vamos a desmentir un pequeño detalle. Decíamos que el diseño de los bolígrafos BIC no habían cambiado durante sus más de 7 décadas de existencia, y es cierto salvo por un detalle. En 1991 el capuchón vio modificado su diseño con un pequeño orificio en la punta, anteriormente era cerrado y se suponía que esto servía para que la tinta no se secara, algo no necesario según hemos visto por la particularidad de su tinta. En realidad esta modificación surgió como medida de seguridad para dificultar la succión de esa parte por los más niños y por otro lado, en caso de accidente, si alguien se traga la tapa, el capuchón ventilado evitara que se obstruya la garganta, permitiendo el paso de aire para evitar la asfixia.