No es solo un clásico de los artículos de escritorio, es además un icono popular del diseño. La grapadora modelo M5 de El Casco, ha formado parte de exposiciones y museos de arte y diseño, teniendo como culmen ser integrante del catálogo del MoMa de Nueva York, junto a otros indispensables del diseño industrial universales en el ámbito cotidiano. La famosa prescriptora Gillian de Bono (Financial Times), comentó sus virtudes, y su presencia es habitual tanto en despachos de altos mandatarios y ejecutivos, como en oficinas más modestas. Hubo un tiempo en que no podía faltar en ningún escritorio que se preciara, y a pesar de la digitalización de las tareas administrativas, hoy se siguen viendo y produciendo a buen ritmo según sus fabricantes.
Historia con orígenes bélicos.
La historia de la M5, como no podía ser de otra manera, está a la altura de su trascendencia. Es la historia de una empresa reconvertida con éxito, ya que los orígenes de la fundación de su fábrica de Éibar están ligados a la tradición armera de la zona, cuando se dedicaban a la producción de revólveres del calibre 32 y 38, con una gran calidad que les hizo triunfar, tanto en territorio estatal como internacionalmente. Así discurrieron los primeros 9 años de El Casco, hasta que la gran crisis de 1929 propició uno de esos cambios a los que hoy nos referimos como “reinventarse”, y que consistió en aprovechar toda su maquinaria, profesionales y conocimientos para invertirlos en lo que auguraban entonces como un nicho de mercado prometedor: los útiles de oficina. Así nació la primera grapadora, que entonces denominaron como “cosepapeles”, con una frase de los fundadores de El Casco que cambió el rumbo de su historia y de la de buena parte de las oficinas: «Una grapa debería desfilar por la grapadora con la misma precisión que una bala por el cañón de un revólver» JUAN SOLOZABAL MENDIVE Y JUAN OLAVE (FUNDADORES DE EL CASCO).
Después de este instrumento, vinieron los proyectos y la producción de otros muchos también con gran éxito: perforadores, numeradores automáticos, afilalápices de manivela… Con la irrupción de la guerra en España, la fábrica fue bombardeada y puesta de nuevo en pie posteriormente en otra ubicación de Éibar. Ya en 1947 se produjo una importante ampliación, con la contrucción de unas modernas instalaciones en Elgeta que perduran hasta nuestros días. Actualmente, El Casco es sinónimo de clase, diseño y alta gama en utensilios de escritorio, manteniendo su posición en este mercado desde hace 90 años y vendiendo sus productos en 40 países de todo el mundo.
El secreto del éxito.
El éxito por el cual la grapadora M5 ha trascendido hasta nuestros días, se basa fundamentalmente en su calidad. Decimos que se basa, porque a partir de ahí se suman otros factores: si tiene buena calidad, el producto funciona bien y perdura en el tiempo, lo que a su vez hace que su presencia se convierta en un clásico con el que conviven varias generaciones.
Pero volviendo a su calidad. ¿Conocéis el dicho “ya no se fabrican cosas como antes”?, pues no hay mejor ejemplo que el que nos ocupa. Según Wikipedia, está fabricada en acero con gran meticulosidad y muy bien acabada, y es precisa, robusta y duradera. El proceso de fabricación mecánico incluye el escariado, el fresado, la rectificación y el torneado, y más tarde el bruñido (pulido a mano un mínimo de seis veces) y un baño de cobre, níquel y cromo. Como ocurre con otros artículos de El Casco, la grapadora puede ser desmontada del todo, dado que en el ajuste de las piezas no se utiliza ninguna soldadura. Está hecha para durar toda la vida y la alta calidad garantiza su funcionamiento.
El detalle de poder ser desmontada completamente, cumple también con otra premisa del diseño industrial abandonada en nuestros tiempos: la de poder reparar y sustituir piezas de un producto sin necesidad de deshacernos de él por otro nuevo ante cualquier problema. A día de hoy, la fábrica de Elgeta aún recibe ejemplares de todo el mundo y peticiones de piezas para su reparación. Suelen ser modelos heredados o con el valor sentimental que otorga a un producto su compañía a lo largo del tiempo.
Merece la pena.
El Casco sigue fabricando sus productos con la misma filosofía con la que empezó. Esto supone que lo que entonces era lo normal, en nuestros días de consumismo y obsolescencia se convierte en algo extraordinario, por lo que estos productos son considerados de alta gama, incluso de lujo si nos fijamos en sus series con acabados en oro de 24 quilates, que prácticamente son objetos de joyería. Aun así, son accesibles para una gran parte de los consumidores que quieran apostar por hacer una inversión en algo que les durará toda su vida y probablemente la de sus herederos, lo que hace incuestionable el valor de un objeto que además de una funcionalidad aún vigente, tiene una importancia en si mismo, por su historia, su diseño e incluso su valor decorativo. Aquí te dejamos un enlace para que te puedas dar el capricho de tenerla o hacer un fabuloso regalo por el que serás recordado tanto como dure.