¿Alguna vez has tenido la suerte de recibir en tu trabajo una cesta de navidad? Es muy posible que sí, o en caso contrario, sabrás de alguien que ha celebrado recibir una. Pero en cualquier caso, seguro que conoces esta tradición que cada año forma parte de los eventos navideños. Lo que es menos conocido es el origen de este gesto, que muchas empresas y estamentos tienen con sus trabajadores, y si no lo sabes, te vas a sorprender cuando te digamos que no se trata de una tradición moderna.
Orígenes milenarios.
El germen de lo que hoy conocemos como cesta navideña, tiene su origen en el Imperio Romano. Los Romanos empezaron a repartir la “sportula”, que era una cesta repleta de víveres con la que los patrones obsequiaban a los “clientes”, así se llamaba a los trabajadores y al personal al servicio de estos patrones, pero que no eran ni esclavos ni sirvientes. Esta “sportula” se entregaba durante el “salutatio matutina”, un acto en el que los subordinados se presentaban en la casa de su patrón, para saludarlo, desearle buenos días y rendirle pleitesía, momento en el que se les hacia entrega de la cesta, que si bien tenía un concepto parecido al de nuestros días, en cuanto a productos comestibles, tenía en cambio un significado muy distinto al actual, ya que se entregaba con motivo de la fiesta de Saturnalia, en honor al dios Saturno, y celebrada en el mes de diciembre. Por lo tanto, a pesar de coincidir con en el calendario, tendría un origen pagano.
El mundo anglosajón también tiene su propia versión de la cesta de navidad. Se trata del conocido como “boxing day”, que tiene lugar todos los años el día 26 de diciembre, día de San Esteban, en el que históricamente los nobles de la edad media, hacían regalos al personal de servicio, y que en la actualidad se ha convertido en un día de ayuda a los más desfavorecidos. Aunque también es un día en el que las empresas obsequian con regalos a sus trabajadores, de ahí su conexión con las cestas de navidad. Pero más allá de los regalos y los actos de caridad, el “boxing day” se ha convertido en una celebración que ha trascendido al ámbito privado, para celebrar con familiares y amigos.
La cesta en nuestros días.
Tal y como la conocemos hoy en día, la cesta de navidad comenzó a afianzarse a finales del sigo XIX en nuestro país, y era un regalo prácticamente exclusivo de administraciones públicas y organismos estatales. Sin embargo, es a partir de los años 50, en pleno siglo XX, cuando se afianzó como costumbre el que las empresas, tanto públicas como privadas, obsequiaran a sus trabajadores con una cesta llena de productos navideños, que muchas veces se entregaba junto a la paga extraordinaria de Navidad, como complemento de esta.
La cestas navideñas de estos tiempos y hasta nuestro días han variado muy poco. Se componen de dulces navideños, turrones, mazapanes, polvorones etc, embutidos de muchos tipos y bebidas alcohólicas entre las que no suele faltar el cava o champagne, para brindar en las celebraciones. Todos estos productos suelen ir contenidos en una cesta de mimbre en su aspecto más tradicional, aunque por sentido práctico de transporte, cada vez se ha ido imponiendo más otro tipo de embalajes más cómodos, como cajas, estuches o baúles.
Es frecuente y entra también dentro de la tradición, las rifas de cestas de navidad en comercios sobre todo de hostelería. Un actividad muy ligada a la navidad y a la propia lotería, para compartir alegría entre los clientes de los establecimientos que las sortean.
La cesta de navidad solidaria.
Una variante de la cesta de navidad, es aquella que se compra o se regala con fines solidarios. Así, algunas instituciones y fundaciones benéficas, organizaciones solidarias etc, participan de la comercialización de cestas de navidad para particulares y empresas, que quieran colaborar con ellas, en un momento muy propicio para ello como es la navidad. De este modo, el regalo de una cesta de navidad, cobra un valor doble, ya que tiene además del propio regalo, un sentido de colaboración solidaria con quienes más lo necesitan.